En algún punto de la estrategia de marketing debe figurar el objetivo final: vender. No solo porque el máximo objetivo del marketing es vender, sino porque el marketing es una función que depende de las ventas. Sin ventas, no hay más nada, ni siquiera marketing.
Sin embargo, hay mucho marketing que se hace sin consideración de lo que pase con las ventas; muchos marketers incluso temen al área o a los resultados de ventas, intentando mantenerse separados. Esto resulta en encargados de marketing que no saben cuánto ni cómo vende la empresa para la cual trabajan. De hecho, en muchísimas empresas pequeñas o medianas, el área de marketing no trabaja para el área de ventas, sino que cada una tiene su presupuesto y objetivos, con alguna que otra reunión mensual para ponerse de acuerdo. Es ridículo que quién haga el marketing no sepa qué pasa con las ventas o no le interese medirlas en relación a su trabajo.
En los Social Media, esto toma una forma aún más curiosa: miles de marcas hacen marketing online, pero desconectado de las ventas, o venden pero no hacen marketing ni dan servicio al cliente ni hacen branding. O cualquier combinación en la que falte una o dos partes.
El marketing es una compleja combinación de ventas, servicio al cliente y branding.