Hace meses que puede leerse y escucharse a miles de personas quejándose de que Facebook ha limitado notablemente la llegada de sus publicaciones, sobre todo las provenientes de páginas comerciales. El principal argumento es que Facebook no debería limitar qué ve y qué no ve una persona que sigue a una marca en su muro, ya que está implícito que si le ha puesto «Me Gusta» a esa página es para poder seguir sus publicaciones. Esto es parcialmente verdad, pero no tanto.
Por empezar, muchas de las personas que siguen a una página, no necesariamente querían/quieren ver todo lo que esa página publica. Además, la capacidad de los muros de las personas es limitada, al igual que el tiempo que pueden éstas pasar leyéndolo. Sin alguna forma de selección o filtro automatizado, los muros de los usuarios de Facebook serían un despliegue casi infinito de publicaciones a toda velocidad, prácticamente imposibles de seguir. Con solo unas pocas páginas que publiquen con mucha frecuencia, el usuario se vería impedido de ver aquello que realmente le importa, incluyendo casi toda interacción con sus amigos y con las páginas que más le interesen.
Y por último, Facebook es una compañía de comunicaciones que, al igual que Google o que cualquier medio de comunicación, debe cobrar por sus servicios.
Facebook está haciendo lo que era entendible que haga en algún momento: comenzar a cobrar por el privilegio de servir comunicaciones a millones de personas en una plataforma muy madura y funcional.
El costo de existir en Facebook sigue siendo cero, una vez se ha creado la página. Crear materiales, publicarlos y alcanzar a una base grande de seguidores son beneficios extra, cuyo costo es proporcional al nivel de llegada y respuesta que la marca desee obtener.
Invertir en Facebook es comparable a invertir en Google: puede que la marca lo necesite, puede que no. Puede que funcione bien, puede que no. Pero, en cualquier caso, es una inversión de marketing como cualquier otra.