Los grandes jugadores de la Internet avanzan hacia transformar lo anónimo en irrelevante.
Google, con su «AuthorRank», o Amazon, con su «Amazon Verified Purchase», están logrando que la relevancia de la información online dependa de la identificabilidad y reconocimiento público de su autor. Con esto, el anonimato implica un descenso -quizá muy notable- en el valor y aceptación de lo que se publique online.
El resultado de esta tendencia global es el fuerte resurgimiento del branding, tanto personal como comercial. En Internet, nuestros nombres y apellidos son marcas, y lo que digamos será calificado por nuestro historial de actividad, por nuestra fama, por si tenemos una cuenta verificada de email, por si tenemos una cuenta que luzca real en Facebook, por si existimos en Twitter, por si tenemos participación en foros, etc.
El branding online, como concepto, está yendo hacia una convergencia donde las marcas y las personas son algo muy parecido: las marcas tratan de lucir más humanas, y las personas tratan de tener un reconocimiento similar al de una marca.