Facebook notó que usar el adjetivo «fan» para referirse a los usuarios que demostraron algún interés –por mínimo que fuera– en una marca era demasiado. Por lo tanto, cambiaron por «Me Gusta», que en castellano es incluso más difuso que el «Like» inglés.
Este cambio tuvo, además, un sentido realista: la gran mayoría de los «fans» de una marca no son verdaderos fanáticos de la marca, y otros muchos ni siquiera tienen algún aprecio concreto que supere el interés anecdótico por un producto o novedad.
Esto nos lleva a unos de los grandes problemas de Facebook en la actualidad: gran parte de los fans/seguidores/amigos/»me gusta» no tienen un vínculo emocional real con la marca. Están ahí, suman al número final, pero no interactúan, no comentan, no comparten; muchos, ni siquiera hacen click sobre «Me Gusta», que es la unidad de interacción más económica y menos comprometida que existe en los social media.
Los seguidores actuales de una marca en los social media, o cómo se prefiera llamarlos, tienen un nivel de involucramiento muy mínimo, y es fácil notar que «están ahí» pero no parecen darse cuenta de nada de lo que pasa en las páginas de las marcas que los tienen conectados.
Ya no hay fans como los de antes, y quizá nunca los hubo.